El cambio climático es una de las principales preocupaciones a nivel mundial. No solo por su enorme impacto en la variación global del clima del planeta, sino también en las economías de los países y, por supuesto, en las vidas de sus ciudadanos. Por eso, es necesario un mayor impulso de la movilidad eléctrica. 

El transporte es el sector que más gases efecto invernadero emite a la atmósfera. En España, un 25% de las emisiones son producidas por el transporte por carretera, mientras que en Europa sopesen aproximadamente la quinta parte. 

Los alarmantes niveles de Co2 que ha venido experimentando el planeta en los últimos años están dejando consecuencias devastadoras en todos los continentes. Europa, por ejemplo, vivió en 2022 su peor sequía en más de 100 años. Sin embargo, 2023 va camino de batir todos los récords de temperatura de la historia, por lo que la situación es cada vez más preocupante para el planeta. 

El motivo principal se encuentra en el efecto invernadero y el calentamiento global debido a las enormes emisiones de Co2 a la atmósfera causadas por la actividad humana. Por eso, desde la Unión Europea se han tenido que tomar medidas urgentes en materia de movilidad sostenible para intentar revertir esta situación lo antes posible. 

Concretamente, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados por la UE, la movilidad juega un papel fundamental.  Así, Europa marca el camino hacia la gestión de ciudades  cada vez más masificadas donde la movilidad eléctrica juega un papel fundamental para la descarbonización de estos núcleos urbanos. Asimismo, a lo largo de todo el texto se repite la idea de conseguir una industria comprometida con el medioambiente y la transición energética. Un compromiso para el que los coches eléctricos juegan un papel fundamental. 

Para revertir la preocupante situación que está viviendo el planeta y, concretamente, nuestro continente, el Pacto Verde Europeo se ha propuesto como objetivo reducir el 90% las emisiones generadas por el transporte antes del año 2050. En este marco de descarbonización, Bruselas aprobó definitivamente a principios de año la prohibición de vender coches que utilicen motores de combustión, incluidos los de gasolina, diésel e híbridos, a partir de 2035. De este modo, la movilidad eléctrica se ha convertido en la solución para garantizar un mundo más sostenible y libre de contaminación.