Europa se avecina a la mayor sequía de su historia desde que existen registros fiables. El efecto invernadero y el calentamiento global están pasando cada vez más factura a nivel global y el transporte por carretera ha tenido mucho que ver en ese aspecto. Por eso, parte de la solución está en la movilidad eléctrica. 

2022 batió todos los récords de temperatura. Un verano excesivamente caluroso y un invierno más seco de lo normal dieron como resultado una preocupante falta de agua en toda Europa. Pero 2023 va camino del superar todos estos récords y la situación es cada vez más preocupante. Las temperaturas en Europa han aumentado el doble que la media mundial y, además, lo están haciendo más rápido que en el resto de continentes. 

Ahora, nos enfrentamos a la peor sequía que ha vivido el continente en su historia, al menos desde que hay registros. Las reservas de agua de las principales potencias agrícolas europeas se encuentran por debajo de lo habitual y, según las previsiones, esta situación irá a peor. 

La razón principal se debe al efecto invernadero y al calentamiento global. Uno de los principales factores causantes de ello son las excesivas emisiones de CO2 a la atmósfera causadas por la actividad humana.  Concretamente, en Europa, el transporte por carretera supone aproximadamente la quinta parte de las emisiones de CO2 emitidas a la atmósfera. 

Por todo ello, la Unión Europea se ha visto obligada a tomar medidas urgentes en materia de movilidad. El Pacto Verde Europeo tiene como objetivo reducir un 90% las emisiones del transporte antes del año 2050. Para ello, Bruselas ha aprobado la prohibición de vender coches de combustión, incluidos los de gasolina, diésel e híbridos, a partir de 2035. 

Así, la movilidad eléctrica se ha instaurado como la forma más eficaz de conseguir la total descarbonización del transporte. El uso del coche eléctrico contribuye en muchos aspectos a la consecución de un mundo más limpio y libre de contaminación. Este tipo de vehículos no emiten dióxido de carbono a la atmósfera, por lo que ayudan en gran medida a la lucha por conseguir una estabilidad climática que revierta las consecuencias del efecto invernadero, cuyo principal responsable es el CO2. 

Hay que tener en cuenta, además, que este tipo de gases son de larga permanencia, lo que quiere decir que permanecen en la atmósfera mucho tiempo y sus efectos seguirán durando años. Del CO2 emitido a la atmósfera, aproximadamente el 50% tardará 30 años en desaparecer, mientras que el 30% permanecerá varios siglos y el 20% restante podría durar varios miles de años. 

Por eso, la descarbonización del sector se ha convertido en una de las principales preocupaciones apara Europa, y constituye uno de sus objetivos fundamentales a corto plazo. La movilidad eléctrica se ha instaurado como la principal solución a este problema. La consecución de un parque móvil 100% eléctrico y libre de emisiones ayudará enormemente a disminuir el efecto invernadero y sus consecuencias. De este modo, los vehículos eléctricos se convierten en parte de la solución para terminar con el problema de las sequías en Europa.